ANTES DE LA CITA CON LOS LINARES

Alfredo Bryce Echenique

—No, no, doctor psiquiatra, usted no me logra entender, no se trata de eso, doctor psiquiatra; se trata más bien de insomnios, de sueños raros... rarísimos...
—Pesadillas...
—No me interrumpa, doctor psiquiatra; se trata de los rarísimos pero no de pesadillas; las pesadillas dan miedo y yo no tengo miedo, bueno sí, un poco de miedo pero más bien antes de acostarme y mientras me duermo, después vienen los sueños, esos que usted llama pesadillas, doctor psiquiatra, pero ya le digo que no son pesadillas porque no me asustan, son más bien graciosos, sí, eso exactamente: Sueños graciosos, doctor psiquiatra...
—Sebastián, no me llames doctor psiquiatra; es casi como si me llamaras señor míster Juan Luna; llámame doctor, llámame Juan si te acomoda más...



FUE A PARTIR DE WILLIAMS

Blanca Riestra


Fue a partir de Williams que la carretera empezó a enrojecer y luego cayó la noche como un sudario sobre el desierto de Arizona. Pero, Benny Gonsales, no se dejaba vencer rápidamente por el sueño. Cambió el dial, dio un trago a la lata de Doctor Pepper que llevaba junto al cambio de marchas, encendió un Indian Spirit, con una calada profunda, bajó las ventanillas y, cuando una ráfaga de aire fresco de la noche le golpeó en toda la cara, no pudo evitar sentirse feliz. En la radio pasaban un bolero muy lento que hablaba de traiciones y de penas infinitas, luego una canción de Barry Manilow y luego algún gran éxito de José Feliciano. «No sé qué tiene la pinche música —se dijo— pero es como si lo cambiase todo».


PRINCE OF PERSIA

Juan Carlos Chirinos

He detenido mi búsqueda sólo para dejar constancia de que lo descubrí. Al hallar el computador, en el nivel 4, tras los dientes metálicos, percibí todo con una lucidez que regularmente no tengo (no me avergüenzo de esto: recibí otros dones que me han servido en la carrera). Lamento, sin embargo, no descubrir el objeto de mi búsqueda; eso ya no importa: concluiré estas líneas para esconderlas dentro de una de las botellas de vida, a ver si algún otro (yo mismo en otros bytes) las localiza y logra entender todo con mayor precisión. Me limitaré a hacer una detallada bitácora de mi recorrido hasta el momento presente; y seré preciso, breve. No puedo asegurar que no estén tras mi pista.



GREGORIO SAMSA SE CASÓ

Ernesto Pérez Zúñiga


Le pregunto a mi suegra: ¿qué es eso que se oye?
¿Cómo?
Aparta los ojos de la tela que está bordando y me mira con renovada atención. Sonríe. Repito con paciencia, como hago tantas veces:
Digo que qué es eso que se oye.
No oigo nada, contesta.
Sí, aquello que sale de aquel aparato.
Señalo un plástico blanco, enchufado en la pared, que emite una luz roja intermitente.
Ah, aquello. Es un aparato que ahuyenta las cucarachas.



HORMIGAS

Juan Carlos Méndez Guédez

—Cierro los ojos porque el sol me encandila. La playa es inmensa, muy blanca; hasta las olas parecen brillar como si fuesen mercurio. Luego distingo unos pies que se aproximan a las redes abandonadas por los pescadores. Descubro una hormiga que salta desde la arena, que camina por los tejidos de una red; una hormiga que se acerca a esos pies rugosos, huesudos. Entonces volteo el rostro para buscar a mi padre.



RESPLANDOR

Nicolás Melini

Fue un día esplendoroso, de esos en los que la luz de la isla lo hace reverdecer todo y todo es más extraordinariamente verde que nunca. El mar allá abajo estaba como un plato y uno no podía menos que pensar que la vida era así de hermosa y sólo dejaba de serlo cuando ponías mucho empeño, mucho empeño.
Habíamos estado caminando por el campo. De excursión. Sucios del camino, pero contentos. Las chicas que iban con nosotros eran amigas pero nos gustaban, yo creo que a todos, y habíamos pretextado aquella caminata para estar todo el día juntos; no sólo de copas por la noche, donde nada realmente bonito podía surgir.